Un amarillo que combinaba con sus aretes y con el color de sus dientes que se dejaban entrever por la sonrisa que siempre tenía puesta, repentinamente opacada ... ¿miedo a enamorarme yo? —se preguntó para sí— y ese pensamiento le estremeció hasta el punto de erizarle la piel. Se quedó con la mirada hueca y camuflada de recuerdos acompañados de lágrimas, ese momento respondía todas sus dudas. No importa llorar en el autobús, era el mejor lugar para hacerlo: lugares que no le pertenecían a nadie, lugares en los que escasamente alguien te conoce. Regresar a la sala y encontrar la vida del mismo modo en que la dejaste en la mañana cuando tiraste la puerta dejando atrás los gritos y las ilusiones; es una pena y un alivio a la vez, que nadie haya escuchado tus quejas y lloriqueo ¿El silencio o las palabras de más? ¿qué daña más? : El menor de los problemas es descubrir que estás enamorado.
«...no se puede obligar a nadie a ser feliz.» Jorge Luis Borges