Un cabello caído que jamás regresará a su dueño, una lágrima derramada que jamás me perteneció. Me muestre triste, alegre, enojada, cansada o conforme, el sentimiento causal es siempre el mismo: la soledad. Por más empeño que se coloque en desearlo, lo que te agrada no desaparecerá de la nada por eso ella se empecinó con él, o quizás era el sentimiento lo que sabía que después anhelaría. No existía nadie, solo algo; no existía tiempo, solo momentos; no existían frutos, solo raíces de una descuidada planta que jamás llegó a ser árbol. Yo también quiero terminar, también quiero salir, yo también me quiero escapar... así como el cabello, como la lágrima.
«...no se puede obligar a nadie a ser feliz.» Jorge Luis Borges