Y ya venía venir la típica pregunta: ¿Cómo estás?; lógicamente, respondí con el típico "bien" porque ¿quién espera un "Mal" como respuesta? ¡Exacto! Nadie, porque nadie sabe como responder a esa palabra, cuando uno hace esa pregunta, generalmente, espera un "Bien" o, exagerando, espera que la otra persona comience a introducirnos a alguna situación... Retornando a aquella cuestión con la que inicié, ella sabía que no era del todo cierto aquél "Bien" aunque tampoco mentía, porque era sólo un trozo de la expresión con la que me hubiera gustado responder a gritos, con lágrimas... aunque éstas se habían anticipado al encuentro y originó la pregunta con la que todo empieza. No mentía porque hubiera podido ser un "Bien mal" o un "Bien adolorida" o un "Bien fregada" y cualquier otra palabra que combine con la primera expresión, así que no mentí, pero no quedó satisfecha con mi respuesta.... ¡Perdón! ¿De qué hablamos?
«...no se puede obligar a nadie a ser feliz.» Jorge Luis Borges