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Mostrando entradas de enero, 2013

EEC (Día de robot)

Me dirigía del celeste intenso al tenue de un cielo despejado, por aquella calle de siempre en el día 1638 de aquel año que se había hecho cinco, no tenía cabeza para otra cosa más que para el miedo —si es que entonces se tiene cabeza. Estaba concentrada, algo me decía que el cielo vaticinaba mi vida como una esfera de cristal. Llegué y, aunque aquella confianzuda mujer dijo recordarme, estaba segura de no tener ni un tan solo recuerdo vagabundo de ella. No era exactamente un hospital, pero tenía el mismo olor a malas noticias ese aroma a demasiado limpio combinado con humedad y fetidez provenientes de cadáveres que se mueven "conscientemente" podridos de conciencia: los pacientes. Pero no es sólo el olor, sino también los sonidos: a puertas, a teléfonos sonar, a desesperación y pensamientos (es decir, gente caminando sola con la vista en algo imaginario), las voces de valientes  — porque en esos lugares es preferible callar ya que elevan en gran escala los decibeles de

Gracias

Regresé a todo lugar en el que estuve y no está, quizá alguien la encontró y se la llevó, tal vez ahora esté mejor con alguien que le dedique tiempo y no la tenga empolvada en un rincón, tal vez ahora no le estorbe a nadie, tal vez ahora haga sentir a alguien lo que yo nunca pude, tal vez no la perdí sino que nunca me perteneció, tal vez todo fue un error y nadie lo notó, tal vez eso explica lo que soy y que no me haga falta, tal vez ahora alguien vive gracias a que yo muero.

Canela

Como esa vez que me enamoré... él era más alto que yo, leíamos juntos -siempre leíamos el mismo libro, íbamos por la misma página: él leía sobre mi hombro y a mi no me molestaba, su respiración era imperceptible-, hablaba con él -porque él únicamente se dedicaba a escuchar-, estaba ahí cuando las lágrimas venían a visitarme y siempre me hacía sentir mejor con esos silbidos perfectos que ocasionaba el viento y con el canto de sus pájaros. Más que mágico, era real. Estaba siempre ahí esperando a que llegara, no venía a buscarme porque sabía que yo iría, sé que si hubiera faltado algún día el final se hubiera anticipado porque él acudiría a encontrarse conmigo sin saber dónde o cómo, pero sé que lo habría hecho, él era fuerte -el ser más fuerte que haya conocido jamás-; pero como era mayor que yo también se me adelantó en eso que conocemos como "muerte", no diré que no me dolió, que ya me acostumbre aunque transite el tiempo o como dicen "el pasado es pasado"  tampoco