Las teclas son timbres, según se usen, más efectivas que la voz para abrir puertas y las palabras, aparatos desarmados que esperan un ajustador quien puede tardar días, meses... inclusive es posible que su llegada nunca suceda y ellas siguen esperando porque poseen el don de la inmortalidad.
Trozos de piel modificada vuelan con sus alas de queratina y masoquismo mientras el futuro se aproxima personificando un ataúd, transformando el movimiento en ruido.
Atrapada en un cuarto de hora sin puerta junto a una aguja ligeramente más libre y ágil con los números que yo, con los ojos dentro de nubes reposadas en bolsas de dormir tejidas de recuerdos de agua salada y un arcoiris mal dibujado sobre el rostro... ¿quién iba imaginar que las amenazas más peligrosas provienen de uno mismo?
Puedo permitirme ver sólo después de imaginar, esa ley supera la gravedad. La ignorancia es la cinta que divide nuestras vidas y hace que una conversación subsista, que los temas surjan: confianza rompe confianza.
Hablar en un lugar lleno de gente sin ser escuchado por alguien ajeno a la conversación (incluye los casos en que el diálogo es con uno mismo) o caminar entre conocidos en el mismo lugar lleno de gente sin ser reconocido no nos hace mudos, no nos hace invisibles.
Hablar en un lugar lleno de gente sin ser escuchado por alguien ajeno a la conversación (incluye los casos en que el diálogo es con uno mismo) o caminar entre conocidos en el mismo lugar lleno de gente sin ser reconocido no nos hace mudos, no nos hace invisibles.
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