Las pocas palabras se volvieron silencios. Y yo tejí esa distancia conformada de horas e intentos, de miradas —que son el espejo donde se arregla el subconsciente, de las palabras que uno se reserva, de la vida que a uno se le escapa o que ya entregó voluntaria o involuntariamente pero con consentimiento.
Y lo que nos sucede ahora es eso: miradas. En especial, la última, la que me hizo saber que SI pero que NO se puede.
Nunca supe si pensar era correcto y a estas alturas ya debería tener la suficiente mesura para entender que un beso en la frente implica algo serio con vos y tiene el sentido del que carece.
Pero ambos somos artífices de las coincidencias, conspiradores del inexistente destino que nos unió y que siempre nos separa, del acepto que estaba implícito en cada negación aceptada, de los olvidos que fingís para mostrar interés y un poquito de desgano, de las insinuaciones con motivaciones ocultas.
Aunque estés allá y el cristal del ascensor no se quiebre, aunque el olor se marchite, la lluvia ascienda o las cartas sean devueltas a su remitente y las fechas sean borradas del calendario y los números cambien su valor.
Lo único cierto es que en tu reloj, a esta hora —sea la hora que sea, también son las 6.
Y lo que nos sucede ahora es eso: miradas. En especial, la última, la que me hizo saber que SI pero que NO se puede.
Nunca supe si pensar era correcto y a estas alturas ya debería tener la suficiente mesura para entender que un beso en la frente implica algo serio con vos y tiene el sentido del que carece.
Pero ambos somos artífices de las coincidencias, conspiradores del inexistente destino que nos unió y que siempre nos separa, del acepto que estaba implícito en cada negación aceptada, de los olvidos que fingís para mostrar interés y un poquito de desgano, de las insinuaciones con motivaciones ocultas.
Aunque estés allá y el cristal del ascensor no se quiebre, aunque el olor se marchite, la lluvia ascienda o las cartas sean devueltas a su remitente y las fechas sean borradas del calendario y los números cambien su valor.
Lo único cierto es que en tu reloj, a esta hora —sea la hora que sea, también son las 6.
¡Amé éste! Lo que siempre me intriga de lo que escribes es, imaginarme la historia que hay detrás de cada frase, de cada tema que, para los que leemos, a veces parece no relacionarse con el escrito; pero para ti sí, todo encaja perfectamente y el tema simboliza algo que solo quien lo vivió, solo quién se encuentra implícito entre las letras y quien lo escribe, saben y reconocen. No sé como explicarlo.
ResponderEliminarMe encanta leer lo que escribes y deducir de qué situación se trata, qué te llevó a escribirlo y que representan para ti los simbolismos.
Me encantó, simplemente ¡me encantó!