Temo por ignorancia, temo a la ignorancia; pero no a cualquiera ni a la de todos, muchas ignorancias son buenas, muchas me hacen feliz, muchas ignorancias como las que se confunden con olvidos, pero esta (de la que tengo miedo) es diferente, es por tu causa, es por mi causa: es cuando me ignorás; cuando no soy nada, como siempre; es cuando no sé que hacer y me equivoco haciendo las cosas mal, como siempre; es cuando creo y supongo y olvido que, como dice papá, nada es cómo suponés; cuando creo en los imposibles y posibles con vos cuando ya hace tiempo esas cosas no suceden, ... Todo, todito eso y más se llama IGNORANCIA. Pero hay una ignorancia superior, una que me mata —si no es que ya me mató— una que me llega hasta las entrañas y al alma —si no es que ya expiró— esta ignorancia que no me permite saber porqué hago lo que hago si no me hace feliz, porqué me encapricho con vos si tampoco me hace feliz, en resumidas cuentas: ignorancia de felicidad.
No tengo ganas de un pasado olvidadizo ni de las ostras del café Solo anhelo perderme en el vaivén de la corriente, caminar indiferente y llegar hasta las tres. ...la mente de un suicida doblez, diciendo ahora y no después; ...eclipse apagado en el atardecer, espacios divisores de palabras, granizo en primavera Un suspiro más y se nos hacen las diez, como siempre llegando tarde al ayer. Olor a tiempo, a ojos tristes, a lágrimas y arcoiris ocultos, olor a descuidos y olvidos, es decir, olor a mi nada de todos los días.
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